(Storni/Campiche)
Alguna vez, andando por la vida,
por piedad, por amor,
como se da una fuente sin reservas,
yo di mi corazón.
y dije al que pasaba sin malicia
y quizás con fervor:
obedezco a la ley que nos gobierna:
he dado el corazón.
y tan pronto lo dije, como un eco
ya se corrió la voz:
ved la mala mujer, esa que pasa:
ha dado el corazón.
de boca en boca, sobre los tejados
rodaba este clamor:
¡echadle piedras, eh, sobre la cara!
ha dado el corazón.
Ya está sangrando, sí, la cara mía,
pero no de rubor,
que me vuelvo a los hombres y repito:
¡he dado el corazón!
Que me vuelvo a los hombres y repito:
¡he dado el corazón!